Autor: P. Alfredo Sáenz S.J.
EL ENTIERRO DE CRISTO
Dentro de la dramaticidad del momento, como lo revelan el llanto y los gestos de los presentes, el icono de la sepultura del Señor asume un aspecto hierático, casi litúrgico. El rostro de Cristo es el punto de convergencia de todas las miradas. Los asistentes se agrupan en dos filas. La de atrás está constituida por las figuras verticales de las piadosas mujeres y de José de Arimatea; la de adelante la integran dos apóstoles y Nuestra Señora, que siguen la línea horizontal del cadáver de Cristo.
Nos impresionan los dos rostros, el de la Madre y el del Hijo, que se hacen uno. El paralelismo entre la vida de Cristo y la de su Madre alcanza su máxima expresión en los misterios dolorosos. La Madre de Dios, presente en el Calvario, al pie de la Cruz, dejándose clavar místicamente con su Hijo, se asocia también ahora en este momento de dolorosa despedida. La línea de su cuerpo acompaña el perfil del cuerpo de Cristo, así como sus almas está en comunión total.
Diversos autores han señalado la semejanza de este icono con el de la Navidad. Allí lo vimos eal Niño recién nacido, envuelto totalmente en fajas, y acá vemos al Señor con lienzos mortuorios casi idénticos a aquéllos. No en vano el Nacimiento se ordena a la Pasión. Ahora ha quedado consumado el sacrificio para el cual el Verbo había venido a la tierra.
En el fondo, se escalonan las rocas que descienden de manera abrupta, geométricamente ordenadas a Cristo. Lo que quizás el iconógrafo quiso simbolizar es la naturaleza en espera de su transfiguración, que por el momento se inclina hacia el cuerpo yacente de Cristo, todavía en el seno del dolor.
Preciosa la lectura de este icono. realmente se necesita tener una mirada espiritual para comprender el simbolismo religioso que traen las imágenes icónicas. Estas imágenes permiten al laico comprender un poco mas la espiritualidad. Gracias
Gracias. Bendiciones…!!!