Del libro “El icono, esplendor de lo sagrado. P. Alfredo Sáenz S.J.
Si la representación navideña del occidente resalta preferentemente la adoración del Redentor recién nacido, por parte de los hombres, que no es sino la consecuencia de aquel hecho salvífico, el mundo bizantino representa el hecho mismo del “Verbum caro factum est”, o mejor, el misterio que se esconde tras el hecho. Bajo el influjo franciscano, la Navidad en Occidente se presenta de una manera más pintoresca, con la figura popular del pesebre, donde el hombre-Dios se destaca más que el Dios-hombre. El Oriente filtra muy severamente toda emotividad en aras del contenido mistérico, poniendo el acento sobre la inefable autolimitación de Aquel que no conoce límite alguno. En María, la creatura da a luz a su propio Creador. Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios. La filantropía divina culmina en la deificación del hombre.
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