Autor: P. Agustín Spezza IVE
La imagen en el judaísmo
¿Como nace el Icono? ¿Cual es su génesis? La imagen sagrada existió desde los orígenes del cristianismo,”pertenece a la naturaleza misma del cristianismo”, en la época de las catacumbas, por ser ella consecuencia de la Encarnación del Verbo. Siguiendo al P. Egon Sendler, se puede decir que el icono tuvo su preparación, su prehistoria en el mundo antiguo: “El arte de los primeros cristianos no ha surgido de la nada: él es el testimonio de un espíritu nuevo, el resultado de una evolución que se verifica al contacto con las culturas de las regiones del mundo antiguo. Son las culturas que el cristianismo encuentra en su camino y a través de las cuales traza su propio camino para encarnarse: en Palestina, el judaísmo; en Grecia y en los países del vecino Oriente el helenismo,con sus variantes orientales; en Italia, el espíritu romano y su concepción de la imagen”[1].
El primer mandamiento del Decálogo era taxativo:
“No te harás esculturas ni imagen alguna de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra” (Ex 20,4).
¿Porque Dios prohibió las imágenes en el Antiguo Testamento?
“…El Señor os habló de en medio del fuego,
vosotros oíais sonido de palabras,
pero no veíais figura alguna, sino tan solo una voz” (Deut 4,12)
1º En primer lugar, porque Dios todavía no se había hecho Imagen Visible.
Pero esta prohibición tiene su fundamento en que Dios todavía no se había hecho Imagen (icono), por eso estaba prohibido representarlo, Dios todavía no se había mostrado, no se había hecho carne. Sin embargo el mismo Dios, ya desde el Antiguo Testamento quiso prefigurar su futura imagen (icono). Dice Evdokimov[6] que antes de la Encarnación del Verbo, por temor a la idolatría, toda representación de lo celestial se limitaba al mundo de los ángeles, pero en esta misma limitación se escondía el preanuncio esperanzado del advenimiento del icono en Cristo”.
Uspensky dice que “la existencia de la imagen en el Nuevo Testamento fue preparada por su prohibición en el Antiguo“.
Efectivamente, como dijimos, en el Antiguo Testamento estaba prohibido hacer una imagen de Dios, porque Dios no tenía imagen, solo era voz”. Por eso lo que dice a continuación es muy importante para los que confunden la imagen con el ídolo: “el antecedente de la imagen cristiana no es el ídolo pagano – como a veces se piensa-, sino la ausencia de una imagen concreta y directa antes de la Encarnación“[7].
Resumiendo a San Juan Damasceno el más grande Santo Padre defensor de las imágenes, dice Uspensky: “la manifestación directa de Dios a su pueblo en el Antiguo Testamento se hace exclusivamente mediante el sonido, mediante la palabra. Dios no se muestra, permanece invisible, y destaca que, al escuchar su voz, Israel no ve ninguna imagen. En el libro del Deuteronomio leemos: “Entonces el Señor os habló de en medio del fuego, vosotros oíais sonido de palabras, pero no veíais figura alguna, sino tan solo una voz” (Deut 4,12); y un poco más adelante: “Tened mucho cuidado, ya que no visteis figura (semejanza) alguna el día en que os habló el señor en el Horeb, de en medio del fuego” (Deut 4,15); e inmediatamente después viene la prohibición: “No sea que os pervirtáis, fabricándoos ídolos, cualquier clase de figura: figura masculina o femenina, figura de animales terrestres o de pájaros que vuelan por el cielo, figura de reptiles…, o de peces que hay en el agua, debajo de la tierra. No sea que… te dejes seducir y te postres ante ellos para darles culto” (Dt 4, 16-19). Así, cuando Dios se refiere a la criatura, prohíbe representarla. Pero también cuando habla de Sí mismo, prohíbe realizar su imagen, e insiste en el hecho de que Él es invisible: ni el pueblo, ni siquiera Moisés habían visto imagen suya, sólo habían escuchado su palabra. Y dado que no habían visto a Dios, no podían representarlo; podían solamente fijar la palabra divina por escrito, y esto es lo que hizo Moisés”[8].
2º Porque el pecado que Dios les reprochaba a los judíos, era que se hacían imágenes de las falsas divinidades paganas como el becerro de oro (idolatría).
Estas eran las únicas imágenes prohibidas por Dios en el Antiguo Testamento. Por eso en el versículo anterior al citado al principio (Ex 20,4) se lee: “No tendrás otro Dios que a mí” y se lo cierra con una orden motivada: “No te postrarás ante ellas, y no las servirás, porque yo soy Yahvé, tu Dios, un Dios celoso” (Ex 20, 3 y 5). Las falsas divinidades que los israelitas adoraban eran las que habían visto en las casas y en los templos de los egipcios, de cuyo ambiente idolátrico acababan de separarse, (no nos olvidemos que estuvieron cuatrocientos años en esclavitud en Egipto); pero también, sin duda alguna, se refería a las posibles imágenes del mismo Yahvé (Cf. Deut 4, 15). La causa de dicha prohibición, indicada claramente en el libro del Deuteronomio, era el peligro que acechaba al pueblo judío, rodeado de naciones paganas, de caer en la idolatría. Peligro nada irreal para un pueblo propenso a adorar un becerro de oro”[2].
¿Por qué Dios mando a Moisés a establecer ciertas imágenes simbólicas?
No todas las imágenes fueron prohibidas por Dios, sino las imágenes que se hacían de las falsas divinidades, que eran los ídolos de los paganos. Y ese es precisamente el pecado de idolatría que Dios condena en el Antiguo Testamento.
Pero si Dios prohibió hacer imágenes de todo lo que está sobre la tierra y bajo las aguas, la pregunta es ¿por qué, por otro lado, manda a Moisés a hacer imágenes de una serpiente de bronce y dos querubines? Es decir, ¿por qué “a la vez que se vetaba la imagen directa y concreta, existía una orden divina formal de establecer determinadas imágenes simbólicas.
1º En primer lugar, si Dios mandó hacer ciertas imágenes es prueba evidente que su prohibición no tiene un alcance absoluto, es decir, que no todas las imágenes eran prohibidas por Dios.
2º En segundo lugar, Dios mandó establecer determinadas imágenes simbólicas como pre-anuncios, para prefigurar las realidades futuras. La primera se encuentra en el libro de los Números (Num 21, 4-9) el mismo Dios mandó a Moisés a hacer una serpiente de bronce: “Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado”. Y así ocurrió, ya que todos los que miraban la serpiente de bronce quedaron curados. El mismo Dios, ahora en la Persona de Cristo, explica a un maestro de la ley mosaica con el fin de que comprenda el sentido espiritual de este versículo:”Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del hombre: para que todo aquél que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 14), recordándole así al rabino la historia antigua, y demostrándole que ésta era figura de su pasión y de la salvación humana.
La segunda imágen la encontramos especialmente en el libro del Éxodo (Ex 25, 17-18), Moisés, por orden del mismo Dios mandó colocar dos querubines de oro sobre el arca de la alianza. El texto del Éxodo dice: “Harás un propiciatorio de oro puro… Harás dos querubines de oro, los harás trabajados a martillo, a los dos extremos del propiciatorio” La palabra propiciatorio, -del hebreo kapporet- viene de “cubrir”, y también de “hacer la expiación”, o sea, algo que tiene la virtud de hacer propicio o favorable, especialmente ante la divinidad. Es una plancha de oro que recubre el arca de madera –arca de la alianza-, es el lugar donde se muestra Yahvé y desde donde “habla”, y por tanto el “símbolo-profecía” de toda la economía de la salvación. El propiciatorio es, en última instancia, dice el P. Alfredo Sáenz, figura de Cristo en quien encuentra su más profunda realización, ya que Él es el propiciatorio definitivo en quien Dios se manifiesta y habla”[3].
Sin embargo según el P. Egon Sendler esta prohibición no miraba sólo el aspecto de salvaguardar al pueblo de Israel del peligro de la idolatría; sino que tal prohibición “debe haber tenido otro sentido, positivamente teológico. Ello se descubre a la luz del Nuevo Testamento. La naturaleza humana, y con ella toda la creación, no puede ser imagen sagrada, porque, por el pecado de Adán, han sido separadas del Creador. Por lo tanto la imagen de Dios está mutilada en el hombre. En este estado de separación, la imagen no tiene más relación con el Creador: expresa una realidad falsa y se convierte en ídolo. Los querubines, en cambio, no han sido alcanzados por esta separación debida al pecado: ellos forman parte de los espíritus fieles a Dios y por eso pueden figurar como protectores sobre el Arca de la Alianza”[4].
“También Salomón, por su parte, no vaciló en hacer decorar el templo con esculturas varias (querubines, leones, toros, palmas…), y todas estas representaciones no tenían por objeto designar la divinidad. Para un pueblo que estaba inclinado a la idolatría, se prefería el arte ornamental, ya que expresaba mejor la excelsitud del Dios infinito. También los musulmanes recurren al arte no figurativo para reforzar la noción de la trascendencia radical de Dios. San Juan Damasceno, el gran teólogo oriental defensor de las imágenes sagradas decía: “Así como Moisés permitió a los judíos, por la dureza de su corazón, dar el libelo de repudio (matrimonial), no siendo así al comienzo, también por esa dureza les prohibió las imágenes, al verlos tan propensos al culto de los ídolos”[5].
Pero “el rechazo sistemático de todas las imágenes viene en el tiempo de los Macabeos, cuando el judaísmo se sintió amenazado por el helenismo. En el Templo no se usaba sino lo puramente ornamental, excluyendo toda representación de figura. Esto servía también para defender la cultura nacional contra toda influencia de los romanos.
Los judíos de la diáspora y la imagen
Sin embargo, llama la atención como en el mismo mundo judío encontramos también quienes no piensan como los macabeos, sino que, por el contrario tienen una predisposición positiva hacia las imágenes, como nos muestra el P. Egon Sendler:
“El mundo judío demuestra una cierta tolerancia hacia las imágenes. Incluso en Israel se ha descubierto en Beit Alpha una sinagoga del siglo VI decorada con mosaicos representando el Arca de la Alianza, los signos del zodiaco, el sacrificio de Isaac, etc. Los judíos de la diáspora se encontraban en un ambiente cultural en el cual la imagen tenía un rol importante, por lo tanto su actitud fue más conciliable. El ejemplo más célebre de este arte es la Sinagoga de Dura Europos en Mesopotamia (siglo IIIº d. C.). Aquí uno se sorprende de la riqueza de los temas desarrollados: se representan ciclos enteros, como la historia de Moisés, de Elías, de Daniel y de otros personajes de la Biblia. El espectador que mira estas imágenes, se queda con la impresión de que este arte se anticipa al arte bizantino”[9].
Veamos los siguientes frescos, verdadero CATECISMO EN IMÁGENES
[1] E. SENDLER, L’icona, immagine dell’invisibile, elementi di teología, estética e tecnica, Ed. San Paolo s.r.l., 1985, 14.
[2] A. SÁENZ, El icono, esplendor de lo sagrado. Ed. Gladius, 20.
[3] A. SÁENZ, El icono, esplendor de lo sagrado…, 20.
[4] E. SENDLER, L’icona, immagine dell’invisibile, … 14.
[5] De imaginibus oratio II, 20: PG 94, 1308. Citado por A. SÁENZ, El icono, esplendor de lo sagrado…, 20.
[6] P. Evdokimov, El conocimiento de Dios en la tradición oriental, Paulinas, Madrid, 1969, 151-152. Citado por A. SÁENZ, El icono, esplendor de lo sagrado, …21.
[7] L. USPENSKY, Teología del icono, Ed. Sígueme, Salamanca, 2013, 38.
[8] L. USPENSKY, Teología del icono,… 39.
[9] E. SENDLER, L’icona, immagine dell’invisibile…15.