Conclusión del Retiro-Taller de iconografía para mujeres, “SAN JUAN DAMASCENO”, que se llevó a cabo en Villa de Soto, Córdoba.
EL ARCÁNGEL SAN MIGUEL, MIKAEL, QUIEN COMO DIOS.
Hemos vivido una experiencia verdaderamente inolvidable en la estancia la Esperanza, ubicada en el Bañado de Soto. En su capilla se encuentra una hermosa imagen de la Virgen, de Francia, llamada La Virgen de Pontmain, Virgen de la Esperanza. Esta bellísima imagen se apareció en Francia a unos niños al terminar la primera guerra mundial, prometiéndoles que todos los que fueron de ese pueblo a la guerra regresarían sanos y salvos, y así fue.
Lo original de esta experiencia es que hemos iluminado cada uno de los pasos de la pintura de nuestro icono con la palabra de Dios. Una Palabra, podríamos decir, que se volvía a encarnar, de alguna manera en la escritura de nuestro propio icono, a través de las líneas y colores. Cada uno de los que vivimos este vislumbrante camino de oración y pintura descubriendo el Misterio, taladrando las apariencias escondidas en el fascinandte mundo de los símbolos de la teología del icono, hemos experimentado y de alguna manera hemos “palpado” y “visto”, transfigurando el velo de los pigmentos, aunque sea a tientas, el mundo de lo invisible e impalpable del Misterio insondable de la Salvación.
Más original todavía, porque lo que hemos leído en el icono, -que a cada uno habla en particular-, se ha escrito también en nuestro interior, en estos días de retiro: hemos podido pintar, al mismo tiempo nuestro icono interior en nuestro corazón de carne, para que se haga una sola unidad el arte y la vida de cada uno.
Si a esto agregamos que el autor de los santos iconos son los Santos Padres, ya que es la Biblia interpretada por ellos, podemos afirmar que hemos vivido una verdadera Epifanía de la Belleza de Dios.
El icono que hemos escrito, -que no es otra cosa que la Palabra de Dios en pintura y en nuestra vida-, y que cada vez vamos perfeccionando de icono en icono, de paso en paso, como ensayando, como preparándonos para el Cielo, nos enseña también a ver el “icono interior” de nuestros hermanos, que no es otra cosa que la Luz de Dios, la Caridad de Dios que se difunde en la Iglesia.
En esta ocasión hemos podido pintar al Santo Arcángel Miguel, Mikael, que significa Quien como Dios. Él es el Arcángel de la humildad. Por él nos hemos sentido en estos días acompañados e iluminados por su presencia invisible y por su luz. A él le pedimos entonces, que seamos siempre humildes artesanos de la Belleza de Dios, y que estemos siempre disponibles para servir y adorar a Dios, así como él lo está eternamente en el Cielo, contemplando su Belleza.
Agradecemos a nuestro Santo Patrono San Juan Damasceno, el gran defensor del Dogma del Verbo Encarnado, el gran defensor de los iconos.
A continuación fotos y algunos testimonios de las mujeres que realizaron su icono en nuestro taller:
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