El Arte y la transmisión de la fe

Autor: Rodolfo Papa.

Según la Tradición S. Lucas fue quien hizo el primer retrato de la Virgen

Según la Tradición S. Lucas fue quien hizo el primer retrato de la Virgen

Del original en italiano: “L’arte e la Trasmissione della Fede”

La larga y fecunda tradición del arte cristiano se presenta como un camino ininterrumpido de proclamación de la fe. No sólo es el feliz resultado de la reunión de arte y cristianismo, sino que se trata de una nueva dimensión del arte, y que es impensable sin el cristianismo: el cristianismo dio origen al arte, tanto que el arte cristiano es, más profundamente, arte crístico, arte cristo-céntrico, arte originado de Cristo y para Cristo.

Jesucristo es Verbum Dei (Verbo de Dios) hecho carne y se manifiesta como Imago Dei  (Imagen de Dios); en Él, Verbum e Imago están unificados, él es Palabra que se Ve, imagen que Habla.

 

Con la Natividad ya se impone, de algún modo la necesidad de una nueva manera de mostrar relatando al Verbo hecho carne…Jesucristo Verbum Dei e Imago Dei, nos revela al Padre hablando y obrando y nos dona incluso la sintaxis ejemplar de un arte nuevo capaz de transmitir la Buena Noticia.

San Juan Pablo Magno lo ha señalado de una manera sugestiva (Discurso a los participantes del Convenio Nacional Italiano de Arte Sacro, el 27 de abril de 1981): “Con los Evangelios el arte ha entrado en la historia”.

Podemos escuchar el siguiente audio:

Laetentur Coeli et Exultet Terra ~ Old Roman Chant ~ (Canto Romano Antiguo)  <a href="http://www.youtube.com/watch?v=egrPMqc0bDs?hl=en"><img src="https://i0.wp.com/iconos.verboencarnado.net/wp-content/plugins/images/play-tub.png?w=800" alt="Play" style="border:0px;" data-recalc-dims="1" /></a>

El explica que Jesús ha modelado el relato de una manera nueva, uniendo de un modo único la narrativa y el ver: Jesús obró el admirable revestimiento y modeló, hablando en términos modernos, de tal manera la historia que se pudiese no solo oír, sino ver “.

El sistema narrativo propio de las parábolas de Jesús es traducida por el cristianismo en la pintura, que según la tradición tiene su propio iniciador en San Lucas, el primer retratista de María (así como según la tradición, Nicodemo es el primer escultor del Crucifijo ), la pintura sagrada cristiana traduce en imágenes el sistema narrativo evangélico.

En efecto, el proprium, de la tradición pictórica cristiana es la narrativa: la pintura cristiana no consiste en representaciones icásticas[1], en ideogramas de cada palabra o de conceptos individuales, sino que es un lenguaje narrativo, en la cual las imágenes se construyen con una gramática y sintaxis interna, de acuerdo con la lógica de un discurso que se desarrolla en el tiempo.

Juan Damasceno subraya la grandeza del arte que representa a Cristo precisamente en su propia figura humana: “De ahora en adelante sea expuesto, también en las imágenes, de acuerdo a su figura humana en lugar del antiguo cordero, a fin de que consideremos la altura del Verbo de Dios a través de su humildad y seamos llevados a la memoria de su morada en la carne, de su pasión y de la redención que de ella ha venido al mundo”(Defensa de las imágenes sagradas ).

Debido a esta típica característica, vinculada a la Encarnación del Verbum Dei , e imbuido de la narrativa de las parábolas evangélicas , la pintura cristiana ha sido capaz de convertirse en Biblia Pauperum (“la Biblia de los pobres”).

El cardenal Gabriele Paleotti en el Discurso en torno a las imágenes sagradas y profanas de 1582 señaló a este respecto: “Es cierto que la Santa Iglesia, a través de todas las pinturas difundidas en los lugares de la cristiandad, trata de ayudar a sus fieles más débiles enseñando incluso de manera simple los artículos de la fe, que por medio de pinturas se pueden más fácilmente comprender y conservar en la memoria, tanto es así que la pintura “para ellos tiene la misma función que el uso de los libros”.

El explicaba con precisión la importancia de las imágenes pictóricas en el camino de la fe: ellas “vienen en auxilio de las tres facultades de nuestra alma: inteligencia, voluntad y memoria […] Las imágenes, de hecho, instruyen nuestro inteligencia como si fuesen libros populares, […] Viendo las imágenes devotamente pintadas aumenta en nosotros los deseos positivos de la voluntad, aleja del pecado, suscitando en nosotros el pío deseo de imitar la vida de los gloriosos santos retratados. En cuanto a la memoria, se puede decir que, la voluntaria, que es suscitada en nosotros del uso de las imágenes, es solicitada más todavía que el deseo de ver las imágenes sagradas del cual estamos hablando”.

Por su característica íntimamente cristocéntrica, la pintura cristiana es arte para la liturgia: hace ver la Palabra, ayuda a contemplar la Palabra, en cuanto ella está dotada de una inmovilidad narrativa, de una narratividad estable.

Precisamente por esta capacidad de relatar mediante la estabilidad de las imágenes, la pintura se ofrece como una ayuda a la contemplación; como ha dicho Benedicto XVI (Audiencia general, 31 de agosto de 2011) “hay expresiones artísticas que son verdaderos caminos que llevan hacia Dios, la Belleza suprema, más aun, son una ayuda en el crecimiento de la relación con Él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de la fe y que expresan la fe”.

La pintura se pone como testigo creíble, gracias a la certeza de las imágenes; Juan Damasceno escribía al respecto que “el pintor enseña con la figura en medida mayor”.

Por lo tanto, el arte cristiano es, de por sí, anuncio de la Fe, siendo íntimamente e internamente sostenido por la Fe en Jesucristo, sin la cual no existiría.

Por esto Juan Pablo II (en su Discurso ya citado de 1981) afirmaba: “El arte religioso, en este sentido, es un gran libro abierto, una invitación a creer a fin de comprender”.

Y todavía Juan Pablo II (en un Discurso al personal de los Museos Vaticanos, 20 de diciembre de 1983) notaba: “Para muchas personas, provenientes de todos los continentes pertenecientes a religiones incluso diversas de la nuestra, la Iglesia católica es conocida a veces solamente por intermedio de las obras de arte conservadas en los Museos Vaticanos. De las paredes de estos Museos –como antiguamente de las catedrales y templos cristianos esparcidos por el mundo- la Iglesia continúa empleando uno de sus deberes fundamentales, que es el de la evangelización”.

Y como ha argumentado Joseph Ratzinger en la Introducción al espíritu de la Liturgia: “La total ausencia de imágenes no es conciliable con la fe en la encarnación de Dios”.

 

Rodolfo Papa es historiador de arte, profesor de historia de las teorías estéticas en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma; presidente de la Accademia Urbaniana delle Arti. Pintor, miembro ordinario de laPontificia Insigne Accademia di Belle Arti e Lettere dei Virtuosi al Pantheon. Autor de ciclos pictóricos de arte sacro en diversas basílicas y catedrales. Se interesa en cuestiones iconológicas relativas al arte del Renacimiento y el Barroco, sobre el que ha escrito monografías y ensayos; especialista en Leonardo y Caravaggio, colabora con numerosas revistas; tiene desde el año 2000 un espacio semanal de historia del arte cristiano en Radio Vaticano.

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[1] Icástico, (a): natural, sin disfraz ni adorno. Diccionario de la Real Academia española.

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