2 de febrero, ICONO DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO

Autor: P. Alfredo Sáenz S.J. De su libro “El icono, esplendor de lo sagrado”

La Presentacion de Jesus en el Templo, fines s. XV o comienzos s. XVI, Nóvgorod, Museo de Historia y Arquitectura

La Presentacion de Jesus en el Templo, fines s. XV o comienzos s. XVI, Nóvgorod, Museo de Historia y Arquitectura

El icono de la Presentación de Jesús en el Templo, así como la fiesta correspondiente, recibe en el rito oriental el nombre de Encuentro (Stretenie). Trátase del encuentro solemne entre Cristo y su pueblo, representado en el anciano Simeón; o también del encuentro entre el Antiguo y el Nuevo testamento, en cumplimiento de las profecías véterotestamentarias.  Cristo entra en el templo de Jerusalén, que era signo de su cuerpo, morada de Dios. La ancianidad de los dos que lo reciben simboliza la decrepitud del Antiguo Testamento frente a la novedad juvenil, la plenitud de las figuras que es ese Niño divino. En la persona de San Simeón, la iglesia de la Antigua Alianza acoge al Iniciador de la Nueva, anunciado por los profetas como ”Cabeza del Antiguo y del Nuevo Testamento”, y el ministerio prefigurativo del Antiguo Testamento “se va en paz” (cf. Lc 2,29).

Este icono, de la gloriosa Escuela de Nóvgorod, no hace concesión alguna al sentimentalismo en el tratamiento de la figura del Niño Jesús, sino que lo presenta desde ya como Señor y Redentor. Los dos personajes centrales, la Virgen y Simeón, están inclinados en la contemplación y adoración del Niño, que la Madre ha confiado en los brazos del anciano.

Simeón es representado de pie, sobre una grada, como si fuera sacerdote. Toma entre sus brazos a Jesús y lo sostiene con las manos cubiertas, en signo de veneración y respeto, ya que se trata de una persona preciosa, esperada y deseada desde hacía siglos. Un poco más atrás, la profetisa Ana, que lo señala con el dedo, simboliza la humanidad que esperaba su salvación y ahora contempla al Salvador llena de estupor y gratitud, “hablando de él a cuantos esperaban la salvación de Jerusalén” (Lc 2, 38).

La Madre de Dios, ligeramente inclinada, eleva sus manos, también cubiertas, en gesto de oblación. Es la Virgen oferente, que realiza el primer ofertorio de la víctima. Detrás de ella, el iconógrafo ha puesto un altar, como indicando el futuro destino del Cordero inmaculado que se ofrecerá en sacrificio por la salvación del género humano. Nuestra Señora se destaca aislada, en el centro del icono, como personaje de primer plano. A sus espaldas San José, que lleva en sus manos el tributo sacrificial, los pichones de paloma.

La arquitectura del fondo corresponde a la disposición de las figuras que aparecen en el primer plano. El templete central indica el lugar donde sucede el encuentro. Los dos edificios laterales, unidos por el velo rojo, destacan, a la izquierda, la figura de José, y a la derecha, la de la profetisa. La extraña perspectiva empleada para los edificios del fondo contribuye a hacer de la figura del Niño el punto focal del conjunto, hacia el cual todo converge y ante quien todo se inclina. La entera composición tiene un carácter procesional, pareciendo invitar a integrarse en la misma.

La liturgia de la fiesta de la Presentación reza: “Sión, adorna tu tálamo y recibe a Cristo, tu rey; besa a María, la celestial puerta de los cielos; ella, en verdad, se muestra como trono querúbico porque lleva al rey de la gloria… Simeón toma en sus brazos al Hijo de Dios y lo anuncia a las naciones como soberano de la vida y de la muerte, el Salvador del mundo”.

Del vídeo: “Estrofas de la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo. Del el canal:          www.youtube.com/watch?v=9c2iUlNwnEY

 

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6 comentarios

  1. excelente, así podemos cada vez más profundizar la fe a través del arte sacro como era antiguamente.

  2. Encuentro y Presencia de la LUZ DEL MUNDO….
    Bellisimo Padre,….y muy hermoso el canto romano antiguo que tuvimos con el Divino Rostro y el actual…
    Gracias!!!
    Estamos orando por el Taller en Mendoza….Bendiciones

  3. Padre Agustin, la forma en que usted describe éste icono y otros también, son tan completas, y tan bellas, que se cumple el propósito de hacer liturgia, puesto que enseña algo con cada detalle del icono, uno recrea la vista y enriquece el alma, que Dios bendiga su próximo curso.

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